lunes, 11 de marzo de 2013

EN QUE NOS GASTAMOS LA PLATA DE LOS PALMIRANOS

El Veedor Ciudadano y ex alcalde de Palmira arquitecto Carlos Alberto Franco Salamanca pregunta al coordinador de comunicaciones de la Alcaldía de Palmira Diego Fernando Lozano ¿En que se gastaron durante el año 2012 los $556.7 millones que la misma dependencia informa haber pagado a 58 contratistas, cuáles fueron los resultados de dichas campañas publicitarias, como beneficiaron a los Palmiranos, etc.?

Claro que faltan datos por descubrir sobre otra cifra similar también gastada por ese concepto y que no han sido aportados aún a las peticiones del citado veedor. Por ejemplo el tabloide (Flash) que circularon con el diario El País el año pasado, dando cuenta de las promesas infinitas realizadas por nuestro Alcalde a todos los sectores ciudadanos de Palmira.

Tampoco se ha mencionado la cifra actual presupuestada para el año 2013 para dicha publicidad Ritteriana, perdón, para la publicidad oficial del municipio. Es conveniente que los Palmiranos sepamos en que se gastan los dineros de todos, pues a simple vista no se está cumpliendo con la Ley 1474 de 2011 o llamada Estatuto Anticorrupción en su artículo 10 parágrafo uno, cuando se ordeno la reducción a partir de ese año (2011) en un 30% para todos los presupuestos de publicidad y su incremento solo en el IPC de cada año.

CUADRO EXPLICATIVO DE LA EVOLUCIÓN DE GASTO PUBLICITARIO

AÑO
MONTO PRESUPUESTAL
PRESUPUESTO ACORDE CON LA LEY (ver Cuadro)

Como puede observarse en el cuadro la administración del Alcalde José Ritter López en lugar de disminuir de conformidad al estatuto anticorrupción los dineros de publicidad han duplicado tal rubro, por eso nuestra prensa esta amordazada por más de 60 contratos de publicidad lo que impide que en Palmira se practique la democracia y la libertad de prensa. Por eso en el Hospital San Vicente de Paúl los trabajadores no tienen seguridad social al día y no los atienden en sus EPS/IPS.


Palmira, 9 de marzo de 2013.



martes, 12 de febrero de 2013

Periodismo amenazado



El pasado 9 de febrero se celebró el día nacional del periodista. En Palmira el evento pasó sin pena ni gloria y de él nos enteraremos por el “Boletín Oficial” del gobierno, aplicado y disciplinadamente a ser leído por los informadores de los medios, sin agregar o quitarle una coma. Palmira vive una crisis informativa y de opinión, producto de la entrega libidinosa del noble oficio a los centros de poder. Ello contrasta con lo celebrado el 21 de enero, al firmarse la Declaración de Chapultepec por los mandatarios - alcaldes de capitales y gobernadores -, actuando como testigo el presidente Santos. La Sociedad Interamericana de Prensa – SIP- comprometió a estos mandatarios en la defensa de las libertades públicas y nuestro presidente – citando a Thomas Jefferson, - expresó: “No puede haber un buen gobierno sin absoluta libertad de prensa”. Como anticipo de la Declaración de Chapultepec, Catalina Botero, relatora especial para la libertad de expresión de laComisión Interamericana de DD.HH (Diario El Tiempo, abril 13 de 2012), expresa que la CIDH busca “que se despenalice la libertad de expresión en informaciones u opiniones de interés público (…) la gente que opina sobre servidores públicos debe tener la seguridad de que no la van a meter a la cárcel por eso”. La comisión expresa que en el debate de interés público no debe interferir el derecho penal, pues genera un efecto inhibitorio en el periodista. “¿Quién va a hacer investigación periodística sobre corrupción si sabe que puede ir a la cárcel por eso? Cuando un funcionario se somete a votación popular o asume un cargo en el Estado, acepta que está en la mira de la opinión, pues maneja o recibe recursos públicos”, dice C. Botero. Y remata: “la tercera amenaza (a la prensa libre) es el uso de las facultades del Estado para “premiar” a medios que son cercanos al poder y castigar a los independientes y críticos, como en caso de asignación de publicidad oficial”. Volviendo a la firma de la Declaración de Chapultepec, Santos (el presidente – periodista), aconsejó a los alcaldes: “asuman la crítica como un baldado de agua fría que los despierta, para que se den cuenta si están haciendo bien las cosas”. Jaime Mantilla, presidente de la SIP, expresó que persisten preocupaciones en la seguridad jurídica y personal de los periodistas colombianos. “Es preocupante el aumento de demandas por injuria, como un instrumento de presión contra los medios de comunicación”, manifestó. La elección popular de alcaldes y lo sucedido con algunos, auténticos manipuladores de la opinión pública por mano ajena (periodistas de cabestro), coloca a los medios de ciudades intermedias en una lamentable situación: informan superficialmente; eliminan cualquier rastro de crítica nacida de la opinión ciudadana; desoyen y ni siquiera replican o controvierten investigaciones contra la gestión oficial, simplemente para aplicar un pacto de honor: “hagámonos pasito, yo te califico bien como gobierno y tú me cancelas la pauta publicitaria”. Este perverso ejercicio de poder fracturado, de sellamiento de alianzas económicas y de amangualamiento para que la opinión libre sea desconocida, coloca en riesgo la democracia: no existe oposición política ni periodística. Palmira es otro idílico paraíso terrenal, mientras convivimos con una tasa de 107 homicidios /100 mil habitantes, los hospitales públicos colapsaron y las investigaciones fiscales, disciplinarias y penales ni las reciben – y menos aún se fallan eficazmente -, pues los anaqueles y archivos no dan abasto y las prescripciones de procesos son corrientes y/o se fallan desganadamente, 10 años después. Para terminar, transcribo 4 de los 10 principios de la Declaración de Chapultepec: 1. No hay personas ni ciudadanos libres sin libertad de expresión y de prensa. 3. Las autoridades deben estar legalmente obligadas a poner a disposición de los ciudadanos la información del sector público. 6. Los medios de comunicación y los periodistas no deben ser objeto de discriminaciones o favores por lo que escriban. 10. Ningún medio de comunicación o periodista debe ser sancionado por difundir la verdad o formular críticas o denuncias contra el poder público. ADENDA: me solidarizo con el columnista del diario El País, Julio Cesar Londoño, “cotudo” como yo y asediado por una tutela de Ubeimar Delgado. Seguro no irá de carcelazo, así como yo me defiendo de denuncias impetradas por poderosos “cacaos”, que no quieren que su pasado los roce siguiera el pétalo de una rosa.

Palmira, Febrero 11 de 2013